Conociendo Seúl

Sunday, 21 de April de 2013 » corea del sur  viajes 

Dicen que Seúl es la ciudad más tecnológicamente avanzada del mundo. Quizás no, o quizás compita con Tokyo por ese puesto (y pronto podré desempatar!). Es una ciudad con mucha historia, y a la vez, una ciudad muy reciente (arrasada por guerras en el último siglo), pero con muchas cosas que ver, conocer, e historia que aprender.

A las afueras de la estación

Como tal, tiene su dosis de historia en templos como Gyeongbokgung, Changdeokgung y otros palacios cuyo nombre no recuerdo por mucho que lo haya intentado. La entrada suele ser asequible e incluyen visita guiada gratuita en inglés (momento guiri) que está muy bien y es interesante — sobre todo para conocer el pasado dinástico de Corea, sus tradiciones históricas y los eternos roces con el imperio japonés.

Una de las cosas destacables es el contraste que los templos ofrecen. Por ejemplo, a la salida de Gyeongbokgung está la avenida Sejong-daero con edificios enormes, y cuando llegamos nosotros, un evento de celebración de la elección de la nueva presidenta. Pero eso no es nada si comparamos con Changdeokgung y Huwon (el "jardin secreto"). En una ciudad con 17,000 habitantes por kilómetro cuadrado hay un enorme jardín que merece la pena conocer por sus contrastes, harmonía e historia.

Perdido en el jardín secreto

Siguiendo la línea histórica, hay muchísimas cosas que ver y conocer. Por ejemplo, Bukchon, un barrio con casas de estilo tradicional, y que nada tiene que ver con el estilo geométrico y moderno que hay en el centro de Seúl (que por cierto, impresiona).

También hay montones de templos, algunos más o menos interesantes y bonitos (recordemos la tradición budista en Corea). O el pequeño río que antes era una autopista y ahora el ahora fluye en sentido contrario… Witty.

Seúl es una ciudad de contrastes. Con enormes avenidas que a su vez tienen pequeñas calles comerciales. O famosas tiendas en coreano (en realidad, era por ser Insadong).

También vimos la N Seoul Tower, en el monte Namsan. La subida es impresionante, en un ¿telecabina? con vistas encima de todo Seúl, y el monte iluminado. Una vez arriba, no decepciona. Y las vistas desde el mirador en el interior de la torre, tampoco.

Dominando Seúl

Las calles comerciales también son impresionantes. Y, en el caos ordenado de la ciudad, también llegamos a toparnos con mercados distintos. Otros lugares, también en el área de "mercados", eran un tanto sorprendentes. En medio de una frenética ciudad, gente de lo más normal comiendo bajo lonas en pequeños puestos improvisados. Y todo era delicioso.

Aún dejándome muchas cosas en el tintero, no puedo dejar tampoco sin destacar el área de Gangnam (ya… la famosa canción…). Supongo que de noche impresiona más que de costumbre. Allí es donde están basadas las grandes (y millonarias) empresas, donde está el ocio nocturno (también en Hongdae), y es el súmmum de la modernidad.

Gangnam

En general, Seúl es impresionante. Y eso contrasta con Busan, que me pareció más relajado y menos puntero que Seúl. Quizás porque tiene sol y playa, o porque es más pequeño…

Corea del Sur

Wednesday, 13 de March de 2013 » corea del sur  viajes 

En un giro de los acontecimientos, fui a Corea del Sur a finales de Febrero. Esos diez días fuera de casa dan para varios posts — así que empecemos.

Namsan

El vuelo con British Airways vía Londres-Heathrow costó 550€, ida y vuelta. Era una oferta, además, solo presente unos días de la semana, pero con la huelga de Iberia tuvimos que cambiar ligeramente las fechas —aunque diría que hasta a mejor—.

Llegamos a Incheon, un aeropuerto enorme, después de doce horas de vuelo —y yo sin dormir— y habiendo tenido el primer vuelo a Heathrow a las 06h45.

Usamos el AREX para llegar hasta Seúl. No el Express, si no la versión "lenta" con paradas por el camino. Es muy asequible y tarda aproximadamente una hora. Se puede comprar un billete sencillo en unas máquinas, que con algo de manoseo puede llegar a hablar en inglés. El tren llega a Seoul Station, que es la estación central de Seúl donde también salen los trenes de alta velocidad, bajo la denominación comercial de KTX y operados por Korail.

Para usar el transporte allí, existe la tarjeta T-money: son tarjetas monedero que sirven a lo largo de Corea del Sur. Para pagar en taxis, algunas tiendas o pasar los tornos del metro o autobús. Especialmente útil para nosotros dado que funciona también fuera de Seúl. Estas tarjetas se venden en las convenience store, "tiendas 24h", y se pueden usar y recargar también en estas tiendas. En total no llegamos a usar más de 26 000 Won (menos de 20€) en metro y autobús durante los siete días que la usamos (entre Seúl y Busan).

Además de Seúl, también pasamos un día Busan. Es una ciudad al sur de Corea del Sur, muy cerca de Fukuoka por mar, y a unos 350 km de Seúl. En KTX, el viaje tarda algo menos de 3 horas, y merece mucho la pena. De volver, pasaría al menos una noche allí.

Para el KTX, usamos el KR PASS —únicamente disponible para extranjeros—, que se debe comprar online y pagar con tarjeta. Es necesario disponer del pasaporte y del número de reserva que da la web de Korail (ojo, no manda correo electrónico de confirmación).

El precio del KR PASS para un solo día fue de 47 700 Won (unos 35€). Es muy asequible, y tiene viajes ilimitados en un día. Interesante, también, por si llegásemos a perder cualquier tren: se puede usar el pase para reservar otro después.

En cuanto a dinero, utilicé una MasterCard de débito de EVO y retiré dinero una vez llegamos a Incheon. Para el viaje abrí una cuenta en este banco —tertulia económica a parte— y utilicé únicamente esa tarjeta para retirar dinero de cajeros y hacer pagos tal como el KR PASS, y así llevar mejor contabilidad de los gastos.

La tarjeta es muy interesante puesto que permite hasta cuatro retiradas al mes sin comisiones astronómicas por ser en el extranjero, y en el resto de casos, las comisiones son muy razonables. Únicamente hay una pequeña comisión (menos de 1%) en la tasa de cambio de MasterCard. No como en mi otro banco…

De todos modos, en Incheon, el cambio de ventanilla en efectivo era muy favorable y bastante cercano al del mercado (¿habremos tenido mucha suerte?). La diferencia entre la tarjeta y llevar efectivo era muy pequeña. Nada que ver con el cambio absurdo que nos ofrecían en Heathrow (casi 80€ de comisión en Londres vs. menos de 8€ en ventanilla ya en Corea — comparando con la tasa de mercado del momento).

Al llegar saqué 500 000 KRW (unos 352€ al cambio cuando los saqué) para los ocho días, a los que se suman los menos de 65 000 KRW (al cambio, 46€) en gastos eventuales en los que no usé la tarjeta (compras en aeropuertos, KR PASS). De ese medio millón de wones, aún sobró algo de dinero en efectivo —unos 30€ al cambio del aeropuerto— después de gastar una parte importante los últimos días en souvenirs y distintos regalos con un interesante sobreprecio, por nuestra condición de turistas.

En general, los gastos allí fueron muy bajos. Se puede comer por un precio entre 5000 KRW y 9000 KRW, y aún menos si sabes defenderte en Coreano… o si te acompaña alguien que sepa. Hay lugares en los mercados o pequeños locales donde algunos platos de comida coreana como el Gimbap pueden costar 2000 KRW.

Y si no, siempre quedará McDonalds o LOTTERIA… Pero francamente: no merecen la pena. Bueno, sí que puede ser interesante probar la hamburguesa de bulgogi del McDonalds y echarle un vistazo al menú de su equivalente asiático, LOTTERIA, una rama más del gigante LOTTE. Pero la gastronomía coreana es exótica a la vez que interesante y saludable, y para tan pocos días allí no hay nada mejor que aprovecharlos y probar lo tradicionalmente coreano. ¡Y además es barato!

Lo mejor para moverse en Corea es el transporte público. Después del "shock" inicial al ver el mapa de la red de metro de Seúl, se hace muy fácil de usar. Las salidas están escrupulosamente numeradas y la señalización en los trenes y en la red es muy buena, con algunas señales en Inglés. Por suerte para los occidentales perdidos como nosotros…

También hay que tener en cuenta el taxi. Creo que la carrera más cara que llegamos a pagar no llegó a 7 000 KRW (¡menos de 5€!). Los taxistas apenas entienden inglés pero tienen coches bastante modernos y con unos GPS que dan envidia. No tanta envidia da la forma que tienen de conducir en ese país. Dan ganas de besar el suelo cuando uno baja del taxi o autobús. Pero sin duda echaré de menos poder coger un taxi sin tener que pensar antes en qué órgano puedo prescindir.

Una cosa a tener en cuenta es el tiempo. Bueno, realmente, eso solo nos pasa a nosotros. A finales de Febrero hacía frío, unos días más que otros. Pero para los días que sí que hizo bajo cero y con viento, estabamos adecuadamente equipados: mallas térmicas, camisetas térmicas, calcetines térmicos (¿notáis un patrón?), así como forros polares, buen abrigo y calzado (no cometáis el error de olvidar esto último, así, como consejo personal). Y que no falte el cuello polar o braga para aguantar el aire frío. Creo que con tanto abrigo podría quedarme dormido en la calle y ser el tipo más feliz del mundo.

Una calle cualquiera en Jongno-gru

Para el alojamiento, elegimos un hostal bastante nuevo, el Khaosan Insadong. Dadas las fechas en las que reservamos, con poca gente y mucho frío, y costó menos de 240 000 KRW (¡menos de 170€!) para dos personas. Además, nos llevamos un upgrade de regalo dada la poca gente que había en el hostal en esa época. Mejor, imposible. Está a pocos pasos de una estación de metro muy grande, 종로3가 (Jongno sam-ga).

Nos sorprendió nada más llegar donde estaba el hostal. Salimos del metro en una avenida muy ancha —realmente, como casi todo en el resto de la ciudad— con inmensas aceras y varios carriles de circulación por sentido. Y nuestro hostal estaba en un pequeño callejón sin nombre…

Pasada la impresión del primer momento, no pudimos estar mejor. Y como llegamos a decir al irnos… Ese callejón chungo y con pescado frito para aburrir no tiene nada que envidiar en seguridad y tranquilidad a las calles más seguras de nuestra capital.

Y es que realmente, conocer Corea del Sur ha sido una gran experiencia… y todo apunta a que es sólo la primera de muchas.

Música en Android usando rsync sobre SSH

Thursday, 10 de January de 2013 » linux  tips 

He caído. Me he pasado a Android. Y una de las necesidades que me han surgido ha sido la de sincronizar mi librería de música de alguna forma.

El primer intento ha sido Spotify y la suscripción que uso normalmente… y no funciona demasiado bien en Android: con librerías grandes es lento y pesado, y no me interesa mezclar mis librerías de Spotify y "clásicas".

El siguiente intento ha sido Google Play Music: éste soporta streaming y caché local a través de Play Music (servicio gratuito de Google), pero requiere cargar antes al servicio la librería. Y después de varios días para subir más de 20 GB desde el ordenador, y de esperar para que se sincronizase de nuevo al móvil (pinning), ha empezado a dar fallos, como archivos que desaparecen de la caché.

Existe otra opción: copiarla a una SD (en mi caso, una de 32 GB, que además son muy baratas), y usar Apollo o Play Music mismamente para reproducir música.

Aquí es donde entra en juego rsync. Sincronizar tantos gigas de música, que además va cambiando, es de todo menos divertido.

Lo primero pasa por instalar un cliente SSH en el móvil previamente rooteado, como dropbeard, que es gratuito. Después de añadir la clave (en OSX o Linux basta con generarla usando ssh-keygen) y copiarla al móvil para seleccionarlo desde Dropbear).

Después, y ya mediante SSH, hay que instalar el binario de rsync. Se puede descargar aquí y una vez copiado a la SD sólo queda copiarlo a /system/xbin/. Como está protegido, hay que volver a montar el volumen en read-write de la siguiente manera (y vuelta atrás en read-only):

root@android:/system/xbin# busybox mount -o remount,rw /system
root@android:/system/xbin# cp /sdcard/rsync /system/xbin/
root@android:/system/xbin# busybox mount -o remount,ro /system

Después de eso, sólo queda crear una carpeta en la SD para guardar la música y lanzar el proceso de rsync desde nuestro ordenador. En mi caso, he usado el siguiente comando:

$ rsync -e ssh -rltP --delete --exclude=".*" \
             /Users/Adrian/Music/MusicLibrary/ root@192.168.0.100:/sdcard/Music/

La explicación es sencilla. Por una parte, se ejecuta por SSH según los parámetros estándar (si no, se especificaría el puerto por ejemplo, pasándolo en el parámetro -e).

Hace una copia recursiva (-r, carpetas y sus contenidos), conservando enlaces (-l) y marcas de tiempo (-t, casi imprescindible para agilizar futuras sincronizaciones). Además, muestra progreso.

También suprime los archivos remotos que no concuerden con lo local (convirtiendo la carpeta de la SD en un "espejo" de lo que tenemos en local) y excluye archivos ocultos de la sincronización (los puñeteros .DS_Store, por ejemplo).

Ya sólo queda sincronizar todo. Puede tardar, pero teniendo control sobre el proceso al menos no ocurrirán las desgracias que ocurren con otros sistemas, y siempre mantenemos control sobre nuestros datos. Si se da el caso de que la música no aparece en las distintas aplicaciones, desmontar la SD y volverla a montar desde las preferencias es suficiente para que se "refresquen".

Además, se puede guardar el comando de rsync en el fichero .bash_profile en forma de alias, para que de esta forma baste con ejecutar un comando (p.ej, "sync") en la terminal para que se sincronice. Muy útil si el móvil siempre conserva la misma IP y se sincroniza siempre en el mismo entorno.